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Luzu y la esponja

¡Hola! Me llamo Luzu y vivo en el fondo del mar,  soy una estrella de mar y me encanta comer esponjas, a decir verdad  es mi comida favorita. Tengo 5 años y, ¿sabéis lo que también me encanta? jugar con amigos, pero yo no suelo tener ningún amigo porque las estrellas de mar podemos ser una poco aburridas, vivimos pegadas a las rocas y no podemos nadar a ninguna parte a no ser que vaya con mi mamá y... ¡ jooo! eso no es divertido.Un día mi familia decidió mudarse para pasar las vacaciones. Desde mi ventana se veía un prado de Poseidonias muy tupido, donde se observaban a las crías de varias especies jugando con la tranquilidad que les daba la protección de estas plantitas, a lo lejos podía divisar una roca con muchas esponjas con lo que podéis imaginar  el apetito que me embargó. De  repente oí alguien gritando:

-¡Eh tú, tuuu! Me di la vuelta y resultó ser una esponja

-Hola, ¿ cómo te llamas? Yo Luzu, encantada

-Hola Luzu, yo soy Pepe

-  ¿Qué ocurre? le dije a ese ser

- Te veía algo triste, ¿Qué te pasa?

- Pues que me aburro mucho, no tengo nadie con quien jugar

- Luzu ¿sabes qué?

- Dime Pepe

- Me encantaría conocerte y ser muy buenos amigos

Luzu  se sintió muy feliz, se quedaron hablando horas y horas, compartiendo todas las experiencias divertidas que el mar les había proporcionado. Luzu decidió dejar de comer esponjas.

Pasaron meses y Luzu tuvo que regresar de vacaciones a su antiguo hogar. Luzu y Pepe se mostraron muy  tristes porque sabían que no se volverían a ver en mucho tiempo y eso les apenaba.

Pasaron años  y cada uno hizo su vida, no habían vuelto a verse pero aún vivía en ellos el recuerdo de aquellas vacaciones que pasaron juntos.

Una mañana Luzu se enganchó en un sedal por querer mordisquear un pez que había de señuelo, fue muy tentador pero eso le llevó a su triste final. Los pescadores se llevaron un gran disgusto cuando subieron algo que no era  comestible, pero aún así lo dejaron en cubierta. Pasaron años en un rincón oscuro de un garaje hasta que Alfonso el pequeño de la casa me encontró y  decidió llevarme a su colegio. ¿Una estrella de mar en un colegio? 

El  museo del mar del colegio Enrique Soler sería mi nuevo hogar.

Por lo menos me queda en el consuelo de que en el colegio podrán aprender de mi y de las demás especies que me acompañan.

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 Sheila Hammadi Raousi

6ºD 2019/2020

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